Te he puesto en la frente dos cejas,
dos cejas claras sin fruncir,
cúpulas para dos ojos limpios
que brillan sólo, ellos solos,
cuando miran la vida por mí.
Al poco, sin pensarlo ni quererlo
he necesitado un poquito de nariz,
respiradora de palabras vivas
y de esas otras cosas que nadie
nadie en el mundo sabe sentir.
Pero sin boca, una cara sin boca
no cuenta la historia ni el fin,
ni dice, ni habla, ni besa,
ni aparece en la magia de un sueño
ni sufre por no sonreír.
¡Ay sí!
¡Ahora sí!
Tengo la cara acabada,
no le falta detalle al perfil
¡ No la he visto en mi vida!
¡No la conozco de nada!
Pero la tengo muy dentro viviendo
porque la invento, o porque sí.
dos cejas claras sin fruncir,
cúpulas para dos ojos limpios
que brillan sólo, ellos solos,
cuando miran la vida por mí.
Al poco, sin pensarlo ni quererlo
he necesitado un poquito de nariz,
respiradora de palabras vivas
y de esas otras cosas que nadie
nadie en el mundo sabe sentir.
Pero sin boca, una cara sin boca
no cuenta la historia ni el fin,
ni dice, ni habla, ni besa,
ni aparece en la magia de un sueño
ni sufre por no sonreír.
¡Ay sí!
¡Ahora sí!
Tengo la cara acabada,
no le falta detalle al perfil
¡ No la he visto en mi vida!
¡No la conozco de nada!
Pero la tengo muy dentro viviendo
porque la invento, o porque sí.
Excelente poema. es un retrato, muy bien escrito..
ResponderEliminarUn abrazo
Saludos fraternos..
Que esta semana sea de las mejores..
Es verdad Clau, desde niñas hacemos un boceto de nuestro hombre ideal, le ponemos un rostro sensacional y es lindo, bueno, amoroso, detallista, compasivo, discreto, buen hijo, buen amigo, inmejorable amante y magnífico esposo.
ResponderEliminarPero ¿donde está nuestro hombre ideal?
Espero que tú lo hayas encontrado, porque el mío tiene "sus detallitos".
nU otiseB: Daniela