Contaba aún con los dedos
cuando aprendí a hacer tortilla
Me subía a un banquito pequeño
y miraba cómo mi padre la bordaba
con esas manos largas y finas.
Se diría que creaba una pintura
un bodegón de bella comida
todo en él era perfecto
ni rozaba el cuello de la camisa.
Su timidez le impedía hablar
no hablaba por si ofendía
pero tampoco decía te quiero
y se tragaba las caricias.
Me parezco tanto a mi padre
que vive en mí otra vida
O quizá no me parezca
y esto sea por mi bien,
otra absurda fantasía.
PODGORICA
Hace 1 semana
Ahora tendré que seguirte
ResponderEliminarentre platos de poesías
que se me antojan ¡ excelentes !
Un abrazo "en su punto".
Gracias